A pesar de su creciente popularidad alrededor del mundo, de su eficacia en los procesos para dejar de fumar y de la cantidad de puestos laborales que genera su mercado, el vapeo en Argentina está prohibido técnicamente hace diez años.

¿Por qué decimos técnicamente? Porque, en sí, no se infringe ninguna ley al vapear. Pero la venta, distribución, importación, publicidad y promoción de  cigarrillos electrónicos no está permitida en el país, lo que solo genera vacíos legales y clandestinidad para la comunidad de vapeadores.

¿Por qué está prohibido el cigarrillo electrónico? 

En el año 2011, por disposición de la Administración Nacional de Alimentos, Medicamentos y Tecnología Médica (ANMAT), se prohibió el, por entonces, incipiente mercado de cigarrillos electrónicos y derivados en el territorio nacional. 

Esa medida, sin embargo, no ha tenido un solo efecto positivo. La tendencia hacia el vapeo en Argentina no ha hecho otra cosa que crecer, pero haciéndolo por lo bajo, asumiendo riesgos para su comercialización y para su consumo, mientras no aparece un argumento sólido en su contra.

Y es que se ha equiparado el cigarrillo electrónico con el tradicional para justificar esta prohibición, cuando el tabaquismo es una de las principales causas de muerte evitable en el mundo, además de la enorme cantidad de perjuicios probados contra la salud de fumadores y terceros.

El vapeo es una gran herramienta para enfrentar la adicción al cigarrillo, pero la ANMAT y los organismos nacionales e internacionales de salud miran para otro lado. Su eficacia, y los estudios que lo respaldan no parece ser suficiente para revertir esta situación, al menos por ahora.

Y aunque no pueden llevarte detenido por vapear en la vía pública o en un ámbito privado, los riesgos a los que somete la prohibición a la comercialización de los insumos son muy grandes para quienes formar parte de una comunidad de más de 800.000 vapeadores en nuestro país.

¿Hasta cuándo?

La prohibición ya resulta caprichosa y cada vez tiene menos sostén en la realidad. El vapeo en Argentina es una realidad, el respaldo científico es cada vez mayor y los productos siguen circulando. ¿Hasta cuándo se piensa seguir con esta absurda situación?

Gracias al trabajo y la lucha de asociaciones de vapeadores, el tema ha llegado al Congreso nacional. En la actualidad existen dos proyectos de ley, que posiblemente sean unificados, para buscar un marco regulatorio de la comercialización de cigarrillos electrónicos para un vapeo legal.

No obstante, estos proyectos caen también en la irresponsabilidad de equiparar vapear con fumar y eso no colabora para nada en la posibilidad de fomentar el vapeo como herramienta para la reducción de daños que genera el tabaquismo en nuestro país y en el mundo.

El camino es largo y la ANMAT no quiere dar el brazo a torcer. Pero la realidad es evidente, y resulta irónico que pueda conseguirse un producto cancerígeno en cualquier kiosco y los productos para vapear, que además ayudan a dejar de fumar, se encuentren prohibidos.

Pero este insólito panorama puede tener su fin si la política hace su parte y se legaliza algo que ya está legitimado por los consumidores. El vapeo en Argentina seguirá creciendo mientras tanto, y contra esa realidad la prohibición resulta una burla y una complicación innecesaria.